En los primeros días del juicio, el testigo también narró como la estructura de la MS "invirtió" dinero de la extorsión en negocios de Chalatenango para lavarlo. / Jaime López.


En el tercer día de juicio contra 132 acusados, el testigo con clave H7 narró dos casos de homicidios en los que él participó en 2014; uno fue un doble asesinato contra los hermanos Pedro y Carlos Sosa en La Reina, Chalatenango, por haber sido testigo en un hecho que meses antes se dio en la zona y el segundo, contra un vigilante que para ellos figuraba como colaborador de la pandilla rival.

Los imputados no son identificados por sus nombres y apellidos por el testigo sino solo por sus apodos y la Fiscalía General de la República no ha querido brindar mayor información del caso.

H7 relató con lujo de detalles desde la planificación hasta la consumación de los 11 asesinatos que Fiscalía les atribuye y, particularmente, el que se dio contra los hermanos Sosa entre abril y mayo de 2014, en una zona rural del municipio de La Reina, uno de los homicidios por el cual, 19 pandilleros de la MS son enjuiciados en el Tribunal Especializado de Sentencia “A “.

¿Inteligencia pandilleril?


La orden del doble asesinato contra los hermanos Sosa salió de las bartolinas policiales de Chalatenango, pero antes los cabecillas, entre ellos, Víctor alias “Naicriminal” ordenó que las víctimas fueran investigados por un mes, a través de todo un proceso de seguimiento y vigilancia (posteo) de todos sus movimientos; entre ellos las entradas y salidas de su casa y su lugar de trabajo.

Transcurrido el plazo del posteo contra los hermanos que vivían en distintas casas, pero cercana una de la otra, se llegó el día que serían asesinados; “Naicriminal” llamó a H7 una tarde antes para que fuera a sacar un revólver calibre 38 y a su vez fuera a una tienda y que lo pusiera en contacto con el dueño del negocio a través del celular, al que más tarde le pidieron gaseosas, cigarrillos y churros, provisiones que se necesitarían en la vigilia previa al ataque.

“Naicriminal” ordenó que los pandilleros identificados por sus alias “Amenaza”, “Tifa”, “El Terrible”, “Zaico”, “Spinter” y otros, se dirigieran la noche previa al cerro El Tigre, en el sector de las antenas, donde el grupo definiría toda la logística a emplear en el doble homicidio, mientras Alexis y “El Zapito Explosivo” posteaban con sus celulares en mano, todos los movimientos de la Policía, en el parque central de La Reina.

El testigo afirmó que en ese hecho todos estaban armados con pistola calibre 38, una carabina 3030, una pistola 9 mm entre otros.

La ejecución


Como ya sabían la hora que los hermanos salían a trabajar, los seis pandilleros los esperaron en un tramo de la calle que solían tomar y casi a las 5:00 de la mañana; uno de los hermanos fue a la casa del otro para salir juntos a su trabajo.

Ambos hermanos caminaban en dirección en que estaban los pandilleros, quienes estaban agachados y cuando estaban a tres metros, “Naicriminal” disparó en la cabeza de Pedro y la víctima corrió, pero segundos después cayó al suelo, luego dispararon contra Carlos, quien corrió en dirección a su casa, pero igual cayó.

A los pandilleros no les bastó con que los hermanos estaban muertos sino que, siguieron disparando contra ellos, a Pedro hasta le pagaron en la cabeza con la cacha de la pistola, según el relato de H7.

Luego de los hechos llamaron al "Grillo", un cabecilla de ese grupo, para informarle que los testigos estaban muertos y tirados en la calle.

Vigilante asesinado


El segundo caso fue contra un vigilante de unos 50 años de edad. Un caso que propuso “El Empanada”, entre octubre y noviembre de 2014 en el sector conocido como El Salitre en Chalatenango.

La víctima que horas antes había ingerido algunas cervezas fue privada de libertad por el grupo de pandilleros. Tras ser raptado, cerca de las 7:00 de la noche, la víctima portaba un maletín con uniformes de seguridad privada y prendas de vestir suyas, y en medio llevaba un revólver calibre 38, que el testigo H7confiesa que lo sustrajo y se lo llevó a la cintura.

La víctima fue llevada en un pick up verde, que los delincuentes contrataron por $10, para trasladarlo a una zona rural donde permaneció atado y prendido a un árbol, mientras se organizaban vía celular como lo iban a matar.

Los delincuentes recibieron órdenes de sus cabecillas que lo asesinaran y lo enterraran en una tumba clandestina; de ahí que fue ubicada una fosa, consiguieron piocha, un machete y una pala. Primero lo lanzaron al suelo, le dieron con el pico de la piocha en la cabeza, la víctima gritaba y se lamentaba del dolor, según H7; uno de los homicidas le puso el pie sobre la cabeza.

Al final los cinco pandilleros fueron obligados a tomar el machete para atacar a la víctima; el testigo afirmó que le provocaron diferentes lesiones en el cuello y en diferentes partes de su cuerpo. Finalmente lo enterraron.